Si hay algo realmente placentero en esta época del año es comer al aire libre. Si tienes la suerte de contar con una terraza o un jardín aprovecha y prepara un desayuno.
Si por el contrario te gusta más la noche, dispón para tus invitados una mesa en la que se sientan a gusto.
En esta amplia terraza he montado una mesa para ocho comensales. El mantel, en azul y blanco es plastificado, con lo que se simplifica la engorrosa tarea de lavar y planchar.
Para darle la nota de color he escogido el rojo, da fuerza al conjunto y resalta la blancura de la vajilla.
Con cinta de organza se improvisan unos originales servilleteros, que se pueden reutilizar en otra ocasión.
Por el día, la terraza cumple su función de segundo salón al aire libre.Mis agradecimientos a los anfitriones Ana y Emilio. Un placer contar con su amistad.
Por último, una muestra de los postres presentados por la dueña de la casa. ¡Rico, rico, rico!